Concebir al mundo como un inmenso mercado de productos en sí mismos, desligados de sus condiciones sociales de producción, es clave para entender la psicopatía del ciudadano concebido como consumidor -es decir, nuestra psicopatía colectiva: la disociación universal.
Entre las clases medias es muy extendida esta visión del mundo: “Yo, consumidor, ordeno en un restorán un filete de res deliciosamente servido. No me importa si dicho filete es parte de una vaca muerta hace unas horas en el rastro, ni todo el proceso de vida del animal. Yo pago por el filete y ya”. Esta determinación se aplica a todas las mercancías: desde la carpeta bordada de una mujer náhuatl hasta el automóvil en que me desplazo o el celular inteligente que uso a diario: los consumidores de “cosas” desvinculamos la cadena de relaciones humanas que hacen posible nuestra adquisición de esas cosas en el mercado. Esta típica desconexión de la sociedad capitalista se extiende, además, al prójimo: “A mí no me interesa ni preocupa el otro; puedo ignorar sus sentimientos y su trayectoria personal, su condición social o sexual. Puedo desligarme de sus lazos que han forjado su identidad o falta de ella. Yo le pago por un servicio o por una cantidad de mercancías. A mí me basta con centrarme en mis metas y esfuerzo individual independientes; y si fallo en ello, compro los servicios de un coach o un terapeuta…”
El dinero mismo es una abstracción convenida socialmente para representar -y ocultar al mismo tiempo- el trabajo colectivo que hay detrás de cada unidad de dinero, de tal modo que un corrupto o cualquier otro ladrón sólo ve los fajos de billetes, impedido de percibir que, al robar, se roba el trabajo de otros. Esta concepción es fundacional para la vida enajenada contemporánea: la psicopatía colectiva de la disociación universal; y constituye la cada vez más estéril semilla del individualismo en crisis y sin salida propia. La destrucción progresiva de la vida planetaria está a la vista de todos. Tal visión tiene muchas analogías conceptuales como enajenación, alienación, descontextualización, apatía, des involucramiento, etc. -en contraposición a nociones como contextualización, empatía, involucramiento, asociación, comprensión, solidaridad y muchas otras semejantes.
Ya Marx decía que la esencia del hombre no está en sí mismo: su esencia está en las relaciones sociales en que participa históricamente. La solución al problema del individualismo tiene mucho que ver con el re encuadre cultural de los ciudadanos-consumidores como ciudadanos sociales. Re eslabonar en conciencia la serie de esfuerzos y sacrificios sociales que dan como resultado a cada mercancía.
Si yo veo cómo se desangra una vaca viva, acuchillada en el rastro, que después se convertirá en filete sobre mi lujosa mesa, me será más difícil disociarme del exquisito platillo que me sirven -al punto que quizá ni me lo coma.